viernes, 3 de octubre de 2008

Sorb.vicio

por Marjorie Suyen

De puntillas goteaban unos pasos en el silencio oscuro de un atardecer; se enrumbaban presurosos al norte de una sonrisa que comenzaba a aparecer; iban deseosos, hambrientos y presuntuosos.

De uno se sentían miles, llevaban a cuestas el preámbulo de unas tibias intensiones, anunciadas, provocadas; derramadas en el presente del amo de sus pasiones; iban curiosos, traviesos y ansiosos.

Iban a su tiempo, tus dulces artífices de sensaciones, mis bandoleros de pasiones; son ellos los hechiceros moradores de tus dedos, que se enfilan a mi boca moribunda, por un sorbo de tu piel.

martes, 23 de septiembre de 2008

A dos puertas de distancia. La tuya y la mía.

ÁNGELA ARIAS
escritora costarricense

Llueve. No se aprecia la tarde, pero tampoco es de noche. Las nubes ocultan los rayos del sol, que suelen dar los tonos pasteles a estas horas del día.

Llego a casa. No hay luces encendidas. No, espera. En tu habitación hay luz. Entro a casa y saludo. Respondes vagamente, con desencanto, como si estuvieras harto de que llegue a casa. Al menos esta vez contestaste, y no me dejaste en silencio con mis palabras retumbando en mi cabeza. Aunque no sé qué es peor: tu silencio, o tu respuesta llena de odio. La soledad, o tu presencia fría y vacía.

Tu puerta está cerrada. De nuevo. Hace mucho que dejaste de abrirla para mí. Entro a mi cuarto, y también cierro la puerta. No tolero ver la tuya cerrada. Prefiero ver la mía.

Tiro mis cosas a un rincón, mientras me convenzo de hacer los deberes. Patrañas. Yo sé, y la cama también lo sabe, que me acostaré a descansar y a pensar en nada. O en todo, depende de cómo se vea. Si me hablaras, perdería el tiempo de manera más inteligente. Ambos lo haríamos. Pero nada. Ni una palabra de ti o de mí. Yo ya me harté de intentarlo. Es cansado y es hiriente. Nunca respondes, o lo haces arrugando la cara y engrosando la voz.

Detesto en lo que te has convertido.

Casi tanto como tú me detestas a mí.

Como lo predije, he perdido el tiempo mirando el techo de mi cuarto desde la comodidad de mi cama. Te oigo abrir tu puerta. Seguro que vas al baño. Solo para eso sales. Sí, al baño. Escucho cómo abres la ducha, y te peleas con ella para que caliente el agua. Sí, debes de tener frío. No me sorprendería que así fuera, con esa actitud distante y vacía que has adoptado en los últimos meses.

Escucho cómo te suenas la nariz. Siempre has tenido esa asquerosa sinusitis que te obliga a dormir con papel higiénico en las fosas nasales. Una imagen bastante grotesca, si me permites decirlo. Pero no, por supuesto. Ya no me permites decir nada.

Pero aún así, en la soledad cálida de mi habitación, quiero imaginar que te suenas la nariz por haber estado llorando. Tal y como lo hago yo cuando ya es muy entrada la noche y confío en que no me escucharás. Pero, de nuevo, nunca lo haces o finges muy bien nunca hacerlo.

Perfecto, como sea.

Sigue sonándote la nariz. Yo seguiré imaginando que has llorado por mí, porque me extrañas. Es lindo imaginar. Es lo único que no me has quitado.

Cierras la ducha y te oigo salir del baño. Imagino que antes de volver a tu habitación dudarás y te animarás a llamar a mi puerta. Y yo, por supuesto, la abriré para ti. Como siempre he estado dispuesta a hacerlo.

Pero no. Te has ido directo a tu cuarto. En lindo imaginar y soñar. Pero terrible crecer, despertar y encontrarse de frente con la realidad. Es justo lo que me ha pasado ahora.

Suspiro. Ya fue suficiente nostalgia por hoy. Hablarás cuando estés listo. Niños---nunca crecen rápido. Ojalá que tú sí lo hagas. Pronto. Te echo de menos.

Me levanto. Esta vez sí haré los deberes. O me detendré un momento ante tu puerta para acariciar su oscura madera. La abrirás cuando estés listo. Mientras tanto, espero. Creo que soy paciente. Por ahora…No, por supuesto. No tengo ganas de hacer esos malditos deberes, aunque sé que sería bueno distraerme con ellos.

Por ahora veré hacia mi puerta, imaginando, deseando, planeando cómo llegaré mañana temprano a casa antes que tú. Así dejaré las luces encendidas, para que sientas mi calor recibiéndote aunque no te des cuenta de ello.

Mientras tanto, nuestras puertas siguen cerradas, y nuestras palabras asustadas y atrapadas en nuestras bocas. Buenas noches, hasta mañana.

Tomado de http://aesir-yo.blogspot.com/2008/09/n1-dos-puertas-de-distancia.html

viernes, 30 de mayo de 2008

Persuación del homo

por Clepsidra

tomado de http://www.predicado.com/articulo/persuasi%F3n%20del%20Homo-235865.html

El mortal, emerge de un útero
-y retorna a él-

brota como flor, huye como sombra
-sin detenerse-

¿Sacará lo puro de lo impuro?

¡En ninguna manera!

Si sus días están determinados
las cifras de sus meses acatan a él

una vida pasajera lo cobija

y una vez acostado
no se levantará.

miércoles, 26 de marzo de 2008

HOY, Leisha Martínez

Leisha


Amaneció
Y respire
Hoy vivo,
24 horas,
Sueño.
Medito.
Agradezco.
Me pierdo,
en filosofías,
para intentar,
revelar
el misterio de hoy.

Hoy,
te recuerdo.
Hoy decido
Hoy batallo.

Hoy me tomo un café con mi soledad,
que se vistió de blanco,
para concebir las paces conmigo.

Hoy se la hora y el día.
No existe un mañana.
Existe el futuro,
que son quimeras,
pero hoy el mañana,
es impredecible.

Hoy quiero usurpar,
el paradigma del hábito,
que me detiene,
a creer,
que no merezco ser feliz.
Por que en instantes como hoy,
suelo sentirme cual ave de rapiña,
carnada de mis emociones.

Hoy se que quiero disiparme entre las letras.
Me camuflo entre las huellas de un ayer,
que tampoco existe ya.
Porque solo permanece el Hoy.
Pero me persigue.
Y yo continúo en la disputa,
por desechar,
memorias;
algunas útiles,
esas las guardo en el baúl,
para cuando las precise.

Otras son redundantes, inoportunas,
reincidentes en el pasado,
esas las amanso,
les hago creer que sigo el juego,
de invadirme,
mientras las purgo,
para desterrarlas.

Hoy sigo sin saber muchas cosas,
Pero me instruyo en otras.

Hoy se, que Dios no construye
Mi futuro en mi pasado.

Hoy es un regalo.
Hoy solo soy yo…

Leisha…

Susurrando el presente…

martes, 4 de marzo de 2008

Desdúdame

Original de Adriana Lopardo Felgueras, Alf.
Tomado de http://www.predicado.com/articulo/DESDUDAME-188627.html

Grande...pesada.
La ves a la distancia.
Siempre me acompaña.
Mi querida duda...
No querés pasear un rato , sola?
Dice que "no", me lo susurra al oído.
Ella dice quererme,
quererme , mucho...
Y yo...yo pienso
La manera menos dura de decirle la verdad.
Tanto amor...me está matando.
Tal vez vos...
Decile vos...si, mejor vos.
Te suplico...
Desdudame...

Adriana.
2006

viernes, 29 de febrero de 2008

Los ángeles se van de la ciudad

Zyanya Zavaleta

tomado de http://www.predicado.com/leer/articulo/153543.html

-Hoy, todo es lluvia y la gente corre a sus respectivas cajas de cartón a refugiarse. Algunas de estas cajas tienen jardín otras ni siquiera ventanas; pero siguen siendo cajas al fin y al cabo.
La lluvia cae con fuerza este día en esta ciudad perdida- pensé- que si bien esta en el mapa……-se dejo oír una carcajada estridente en todo la calle-¡Viejo loco!-vociferé- Primero, llama a mi casa caja y luego empieza a reírse como lunático.
-¡Yo tengo caja!-exclamó gritándole al viento-con 11 recamaras y una gran piscina. Pero esta noche-pausó por unos segundos-me quedaré en este punto, justo aquí; empapándome y viendo esas luces en el cielo que son todo menos estrellas.
Decidí mejor correr a mi casa, pues a esas alturas no podía darme el lujo de resfriarme. Al sacar el periódico de mi portafolio para cubrirme la cabeza, volví a leer el encabezado que versaba: “Se van, nos dejan y eso no cambia nada”.
Había tanta gente que no había podido ver a el vagabundo que gritaba, de todas maneras ya lo tenia bien visualizado; en harapos, suciedad dispersa en su viejo rostro decrepito, cabello gris hecho marañas y descalzo o bien en zapatos rotos.
Gran sorpresa la que me llevé al darme cuenta de que era un hombre de no más de cuarenta años, bien peinado y sobretodo muy bien vestido.
-Yo diría que es muy robusto y bajito-comenté al verlo.
Seguí tratando de avanzar en esa muchedumbre de chaquetas mojadas cuando observé que en una esquina había un letrero en luz de neón que anunciaba un bar “Burma”, seguramente de mala muerte y bajo la luz de aquel letrero se encontraba un grupo de jóvenes con facha de idealistas que debatían acerca de la partida de los llamados guardianes divinos.
Mientras me abría paso tratando de llegar a mi “caja” antes de la madrugada, escuché retazos del interesante debate:
-Se fueron porque ya no podían hacer nada por esta ciudad.
-¡Claro que no! Se fueron porque nunca tuvimos la atención de escucharlos.
- Se fueron sólo para provocar esta tormenta infernal con su llanto interminable-dijo un pelirrojo, para terminar la discusión e irse de ahí.
-¡La única verdad es que jamás estuvieron aquí! ¿Alguna vez ayudaron a alguien?-ante el inminente silencio, el joven del chaquetón marrón continuo -¿Alguien alguna vez los vio?-Pero no hubo silencio, sino una réplica de uno de los participantes más activos.
-¡Por supuesto qué si!-Exclamó con seguridad-Justo hoy por la mañana en la estación del ferrocarril un hombre joven lloraba desesperado en un rincón del andén, justo cuando me acercaba a ayudarlo levantó el rostro bañado en lágrimas, que brillaban tanto como esta lluvia, su ropa se hizo trizas y se elev…
En ese momento la lluvia se hizo más recia y empecé a correr desesperadamente. Después de varios minutos y ya muy agotado, llegué a una avenida cerca de mi casa. ¡Pardiez! Estaba totalmente inundada, tendría que volver varias calles dando un rodeo hasta mi apartamento. Al volver pasé cerca del “Burma” que se encontraba desierto, supuse que los participantes del ardiente debate habían corrido como yo. Ahora todo estaba desierto, seguro la mayoría de la gente que abochornaba las calles ya había llegado a su “caja”, decidí ir con más tranquilidad, al fin más mojado no podría estar. Deje volar mis pensamientos hasta lo que había leído por la mañana en el diario ahora desecho.
-Si-murmuré- convivían con nosotros como seres normales siempre tratando de ayudarnos, pero esta mañana evaluaron la situación y se rindieron.
Seguí caminado como por instinto un largo tiempo hasta que choqué con aquel hombre que ya no estaba bien peinado debido a tanta humedad.
-Hijo-me dijo aquel hombre que creí vagabundo- Los ángeles se van de la ciudad.
-O más bien ya se fueron-dije, señalando la última luz que ya desaparecía lentamente en el cielo.
Me alejé poco a poco, dejando al hombre de las once habitaciones y una gran piscina sentado en una verdadera caja de cartón. Estaba apunto de irme, pero en el último vistazo pude observar como miraba serenamente al cielo mientras una lágrima se deslizaba lentamente por su mejilla izquierda.
-¿Por qué llora?- Le pregunté interesado.
-Lloro por Norma-dijo melancólicamente.
-¿Norma?
-Si, estoy seguro de que ella era un ángel y ahora se ha ido para siempre.
-Norma!-exclamé-mientras sacaba un cigarrillo y me sentaba en una caja mojada, con ese singular hombre que lloraba por la partida de un ángel. La lluvia amainaba poco a poco, mientras pensaba que ninguna persona que yo había conocido era un ángel. Tal vez ese hombre fue el único que lloró la partida de los ángeles y tal vez también él fue el único ángel que se quedó en la tierra, aún me pregunto si se quedó a llorar por los àngeles o por la humanidad que se perdía… pobre ángel de alas rotas.

viernes, 8 de febrero de 2008

Dos Haikus de Alcinoo....

Tomo dos Haikus de los muchos que ha escrito esta talentosa escritora en Predicado.com

Haru

Cerezo florece
Golondrinas regresan
Amor perdura

Art Noveau



Suaves maderas

cristales sinuosos
Gaudí celebra.

Mármol y caoba
absynte bohemio
París despierta..