por Marjorie Suyen
De puntillas goteaban unos pasos en el silencio oscuro de un atardecer; se enrumbaban presurosos al norte de una sonrisa que comenzaba a aparecer; iban deseosos, hambrientos y presuntuosos.
De uno se sentían miles, llevaban a cuestas el preámbulo de unas tibias intensiones, anunciadas, provocadas; derramadas en el presente del amo de sus pasiones; iban curiosos, traviesos y ansiosos.
Iban a su tiempo, tus dulces artífices de sensaciones, mis bandoleros de pasiones; son ellos los hechiceros moradores de tus dedos, que se enfilan a mi boca moribunda, por un sorbo de tu piel.
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